ESTAMOS ESCRIBIENDO EL NUEVO LIBRO

ESTAMOS ESCRIBIENDO EL NUEVO LIBRO
MENSAJES PARA LA ALDEA GLOBAL

Galería de Fotos

Galería de Fotos
Mi ahijada de bautismo Josefina

Mi nueva ahijada Constanza (Una dulce total)

Mi ahijada adoptiva Mirian

Mis ahijados adoptivos Dante y Antuan Etian

Flor Serrana con mi ahijado adoptivo Baltasar

Mis otros ahijados adoptivos: Fabio y Beatriz

miércoles, 13 de enero de 2010

LOS ESPÍRITUS CON QUE UNO SE ENCUENTRA EN EL BARDO

El mes de diciembre fue agotador. En la última sesión mi médico me preguntó: “¿Por qué está tan cansado?”. En ese momento no supe bien qué responderle, solo le dije que había tenido muchos eventos sociales. Después tomamos consciencia con mi esposa: Ella había tenido 12 festejos y yo 13. ¡Como para no estar cansados!
Así que a partir del día 17 de ese mes comencé a realizar una oración, preparándome para las que serían mis “pre vacaciones”, o mejor dicho como me dijo mi Padrino: “Una licencia, esgrimiendo derechos inexistentes en cualquier código”
Decidí hacer lugar a toda esa fantasía quimérica de la primavera, relacionada con la vida retirada y me organicé un campamento en solitario en Cuesta Blanca, un lugar de las Sierras de Córdoba, donde había ido muchas veces y de diferentes maneras; con la familia a una casa alquilada, y en carpa tanto con mis amigos, como con mi ex mujer y hasta con mi actual esposa. Solo me faltaba ir en solitario.
La verdad que no fui totalmente en solitario, me hice acompañar por mi perra labrador y allí partimos el día 5 de Enero, ese día que aquí en Córdoba hizo 45° de sensación térmica y que allí me di un pequeña insolada que me hacía entrar al agua cada 15’.
Cuando llegué al final del camino, (El diquecito) donde se deja el auto, tomé mi mochila que preparada para pasar cinco días, estaba pesadísima y partí hacia más allá de la Playa de los Hippies, río arriba, en la desembocadura del arroyo que viene de Las Quintas.
En cuanto llegué vi que el lugar en que había acampado tantas veces, daba señales de estar ocupado, sin embargo no había ninguna carpa en las inmediaciones, por lo que puse la mía y comencé a tomar posesión del lugar.
Mientras la armaba se apareció un hombre que primero me pareció uno de los hippies viejos que andan por la zona, pero que después de conocerlo me di cuenta que nada tenía ya de hippie. Era un Yogui auténtico que había abandonado hacía tiempo todo tipo de excesos.
Mas que conocerlo, lo reconocí, pues le descubrí ese rostro que me parecía tan familiar… Era un viejo condiscípulo mío de aquel instructor de Yoga al que tanto admiré en cierto tiempo, otro Yogui, discípulo a su vez, de un Maestro que alcanzó el shamadi justamente en el mismo lugar donde yo estaba acampando, hacía treinta años antes.
De esto me enteré por este hombre al que llamaré “El Ermitaño”. Y no solo de esto me enteré, sino además de que nuestro instructor de yoga había fallecido el sábado santo del año pasado, ese que para los Católicos es día de meditación, silencio y sagrada espera. Todas éstas noticias me pusieron de lo mas sensible, emotivo y místico.
El Ermitaño me mostró durante los días que estuvimos compartiendo los desayunos y las cenas, que seguía un estricto naturismo, un autodeterminismo absoluto y una falta total de estructuras sociales, políticas y religiosas.
Hacía 9 meses que estaba viviendo en “mi lugar” y justamente el día anterior se había mudado mas adentro en el monte, a un lugar aún mas retirado de la civilización, que había quedado como a dos o tres sierras de distancias.
Me dijo que “me había llamado con su imaginación, ofreciéndome el lugar para mi propio retiro”.
Estuvimos compartiendo nuestras creencias, los diversos caminos que tomamos, nuestros pensamientos, nuestra historia personal y nuestros conocimientos y ambos nos reconocimos como practicantes de disciplinas distintas, él del Yoga y ese Naturismo y yo no se bien de qué, pero creo que de esa otra disciplina tan personal, a la que bauticé hace como dos años “De la Ecuanimidad” y que está relacionada con la rehabilitación y con el perseguir la moderación en todos los aspectos del ser.
El me invitó una exquisita comida ying (arroz integral con verduras, aderezado con levadura de cerveza, ajo y algas) todo ello con unas galletas de cierta harina integral que me resultaron sabrosísimas. Yo le ofrecí a mi vez otra noche, una comida bien yang, entrada de salame de la colonia, con spaguetti con salsa filetto con mucho ajo, albahaca, aceite de oliva y queso regianito bien fresco y recién rayado. ¡Él también se hizo una fiesta y se olvidó por un instante que era preferentemente vegetariano!
Hablamos de mística hasta el delirio, motivo por el cual debí tomarme 6 mg de risperidona por día, además del divalproato de sodio y el s.o.s. que tengo reservado para cuando me hallo demasiado ansioso y no puedo conciliar el sueño; 2,5 mg de loracepan.
Solo así pude dormir plácidamente las 7 hs. mínimas que tengo exigidas por mi médico para no salirme de mi centro.
La cuestión que no se bien si el Ermitaño fue una aparición, una de esas casualidades que no se explican fácilmente sino por medio de la mística, o incluso no estoy seguro si no fue una alucinación.
Lo único que me hace pensar que fue real, es que cierta tarde que nos encontramos en el barcito del diquecito (último paraje civilizado) lo llamaron por su nombre e incluso se puso a conversar con otras personas del lugar delante mío.
Pero lo extraño de todo esto fue que ese ermitaño lo tenía como fantasía propia, justamente en el tiempo del año que me había antecedido y por medio de su persona se me hizo realidad y me permitió tomar consciencia que soy un ser esencialmente social y que por nada del mundo abandonaría esa Comunidad Afectiva que venimos construyendo con mi esposa, siguiendo al Maestro Jesús y no a cualquier avatar, y que nos enseña el amor al prójimo y la vida de servicio y la solidaridad.
La vida en soledad es para mi, solo para tomarme un respiro, meditar, orar y retirarme espiritualmente por unas horas e incluso por unos días. Nada mas.
Además fui de observador a la Playa de los Hippies y me di cuenta también que ya nada tengo que ver con ellos, al igual que El Ermitaño, pues casi la totalidad de ellos están perdidos en la droga y el alcohol y están carentes de cualquier tipo de disciplina y responsabilidad social o laboral. Darme cuenta de esto fue muy satisfactorio y enriquecedor, pues en otras épocas me atrajeron muchísimo y mas de una vez ensoñé con imitarlos.-

No hay comentarios: